miércoles, 10 de marzo de 2010

Gays buscan sobresalir en Partido Republicano

El movimiento conservador en EU afronta una "guerra cultural" sobre la aceptación de homosexuales pero, cual pioneros, varios republicanos gays se han lanzado a la palestra nacional aún a sabiendas de que les puede costar el voto de la derecha religiosa en noviembre próximo.

No hay ningún legislador republicano homosexual en el Congreso y son muy pocos los candidatos que han "salido del armario", pero esa tendencia debe cambiar por la supervivencia del Partido Republicano, según expertos.

"La tolerancia es una virtud moral. Si los republicanos fuesen más tolerantes, tal vez ofendan a algunos votantes de la derecha religiosa pero éstos posiblemente jamás voten por demócratas, aunque refunfuñen", dijo hoy David Boaz, vicepresidente ejecutivo del Instituto Cato.

Agregó que muchos republicanos siguen obsesionados con la derecha religiosa, sin entender que un creciente número de republicanos de base se describe como conservador en temas fiscales y progresista en asuntos sociales.

Steve Schmidt, del conservador "Log Cabin Republicans", ha hecho una amonestación similar, al advertir en 2009 que si el Partido Republicano no "crece" estaría condenándose a una marginación autoinfligida.

Así, algunos republicanos le han perdido el miedo al qué dirán y subrayan que no hay contradicciones porque ser homosexual no impide ser un buen líder político.

Mathew Berry busca la candidatura republicana para disputar el escaño de Virginia en la Cámara de Representantes al demócrata Jim Moran.

En Massachusetts, el senador estatal Richard Tsei quiere ser el próximo vicegobernador del Estado y el funcionario de mayor rango que es homosexual.

En San Diego (California), Ralph Denney disputará un escaño en la Asamblea estatal y asegura que "se puede ser conservador y ser gay a la vez".

Otros republicanos homosexuales prefieren centrarse en contiendas locales y municipales y en juntas escolares. La idea es ir ganando terreno en un ambiente todavía hostil.

El asunto se ha puesto en el candelero esta semana tras la confesión pública sobre su homosexualidad del senador estatal de California Roy Ashburn.

Ashburn, divorciado y con cuatro hijos, fue arrestado el miércoles pasado después de salir de un bar para homosexuales, y el episodio se ha convertido en la comidilla en círculos políticos en California, en la blogósfera, y en la prensa.

Roy Ashburn, de 55 años y que durante toda su vida no sólo calló su condición sexual sino que votó reiteradamente contra todo lo que pudiera representar avance social para esta comunidad, rompió su silencio después del incidente, por el que tendrá que responder ante un tribunal el mes próximo.

El senador estatal rechaza las acusaciones de hipocresía e insiste en que votó en contra de medidas para homosexuales por la "voluntad de la gente" en un distrito altamente conservador.

Ashburn no se presentará a la reelección en noviembre próximo debido a una ley estatal que limita los mandatos y tampoco aspirará a un escaño en el Congreso.

No está claro si, aliviado de su lucha interna, Ashburn se lance a defender a su colectivo.

Martin Bertram, presidente de la Asamblea Republicana del Condado Kern, una entidad sin fines de lucro, cree que la confesión de Ashburn "no le ganará favores entre los conservadores".

El debate en el seno del Partido Republicano se presenta complicado y algunos esperan que en el mismo podría tener un papel relevante el ex vicepresidente Dick Cheney, que a pesar de ser para muchos la personificación de la ortodoxia republicana, es un decidido defensor de los derechos homosexuales.

Esa "arruga" en su ideario se debe a razones muy íntimas: una de sus hijas es lesbiana.